Eduardo Bertoni
Thomas Jefferson, años antes de ser presidente de los Estados Unidos, dijo: “Puesto que la base de nuestro gobierno es la opinión del pueblo, el primer objetivo debería ser conservar ese derecho; y si a mí me correspondiese decidir entre un gobierno sin periódicos, o periódicos sin un gobierno, no titubearía ni un sólo momento en preferir esto último”. Esta frase sintetiza la importancia de la prensa en nuestras sociedades. Sin embargo, en algunos países latinoamericanos podemos constatar un incremento en la hostilidad contra la prensa crítica de los gobiernos que ocurre mediante el impulso de legislación y prácticas restrictivas y contrarias a estándares internacionales.
Tal vez la demostración más clara de esa hostilidad resulta en los procesos de reforma a leyes que regulan la radio y la televisión en varios países. Esos procesos han derivado en mecanismos de control de los medios de comunicación por parte de los gobiernos de turno que resultan negativos para las democracias latinoamericanas. Particularmente la implementación de la “ley de responsabilidad social de la radio y la televisión” vigente en Venezuela, es el más claro caso en los últimos años. Ecuador, está siguiendo un camino similar.
Otro caso paradigmático de vulneración a la libertad de prensa lo constituyen las prácticas de censura impuesta por el poder judicial en países como Brasil, donde los jueces ordenan no publicar noticias, incluso cuando claramente son noticias de interés público, mientras existen juicios abiertos que supuestamente estarían perjudicando a ciertas personas. Uno de los casos de mayor repercusión internacional –por ejemplo, el Committe to Protect Journalists (CPJ) con sede en Nueva York cubrió el asunto en su informe del año 2009- estuvo referido a la decisión del Tribunal Federal de Distrito de Brasilia que impidió que el diario O Estado de São Paulo y su sitio de Internet Estadão publicaran información sobre hechos que involucraban a la familia del ex Presidente José Sarney.
Obviamente el análisis de la libertad de prensa en América Latina debe destacar que varios paises han adaptado sus prácticas para proteger la prensa. La utilización de delitos como desacato o la difamación criminal va en retroceso en algunos países: Argentina este año modificó su legislación penal, al igual que Uruguay y Mexico que lo habían hecho con anterioridad. También es digno de destacar el avance en la jurisprudencia del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Particularmente la última década ha sido fructífera en cuanto al volumen y calidad de sentencias de la Corte Interamericana que son la guía por la que los países deben transitar.
Pero no es menos cierto que los avances en la legislación y práctica judicial en algunos países contrastan los retrocesos en otros. Además, muchos periodistas trabajan con temor a las represalias. La violencia contra quienes expresan ciertas opiniones está aumentando peligrosamente en varios lugares del hemisferio: los ejemplos de Honduras y México, donde los periodistas son asesinados en cantidades alarmantes no pueden ser dejados de tenerlos en consideración al analizar la stituación de la libertad de prensa. La violencia, aún sin llegar al asesinato, todavía persiste en muchos países tal como lo demuestran las llamadas de alertas que constantemente emiten organizaciones especializadas. Y, un mal no menor es la impunidad que gozan de quienes atacan a los periodistas.
A estos temas, que son problemas de preocupación en América Latina desde hace muchos años, se han agregado otros, tales como la presión financiera que se ejerce sobre los medios de comunicación y periodistas mediante el uso arbitrario de la publicidad oficial. En Argentina, por ejemplo, esa práctica discriminatoria ha sido denunciada por varias ONGs en los últimos tiempos. Otra modalidad creciente es la intolerancia a la crítica por parte de altas instancias de los gobiernos y que se traduce en discursos públicos agresivos contra los periodistas provenientes de varios presidentes de la región; el problema radica en que esos discursos agresivos pueden ser interpretados como un cheque en blanco para agredir a la prensa.
No podemos perder de vista un fenómeno que está ocurriendo en varios países: los ciudadanos están perdiendo confianza en los medios de comunicación, denunciando faltas éticas y poco profesionales. Por un lado, la prensa es responsable ante la ciudanía, por lo cual la regulación de estándares éticos o profesionales por el gobierno debe rechazarse. Pero por otro lado, el fenomeno señalado –la pérdida de confianza- beneficia sin duda a los gobiernos que desean implementar políticas que llevan a la censura o a la auto-censura. Sospecho que algunos gobiernos de la región ya hayan reconocido la ventaja de la disminución del apoyo a la prensa en la sociedad civil, y por lo tanto legislación y prácticas que restringen la libertad de la prensa están tomando impulso. Trabajar para aumentar y recuperar la confianza entre la sociedad civil y la prensa debe ser una parte de la estrategia para defender la libertad de prensa. Los periodistas latinoamericanos no puede correr el riesgo de perder la confianza de su aliado más natural. Si ello ocurre, los gobiernos se sentirían libres a implementar políticas contra una prensa. Y si esas políticas se consolidan, no sólo se perderá un derecho fundamental sino que se pondrá en serio riesgo la democracia.
Este artículo fue publicado originalmente en el diario O Estado do S. Paulo (Brasil).
0 comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios de este blog son moderados. Si quiere conocer más acerca de nuestra política de comentarios, ingresa a este link.