jueves, 7 de enero de 2010

Luego de Copenhague, ¿qué hará la Argentina?

Leonardo Filippini y Leandro García Silva

El 18 de diciembre finalizó la cumbre de Copenhague sobre Cambio Climático con una declaración de compromiso ambiental de mínima. Para muchos la Declaración reflejó el fracaso de las negociaciones y defraudó la expectativa de acordar metas obligatorias para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Los esfuerzos por un tratado más riguroso deberán esperar la próxima reunión de las partes, en México, este año.

La cumbre también mostró que los líderes mundiales reconocen que la vida de la especie humana está íntimamente ligada a las condiciones ambientales que hacen posible su desarrollo. La quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas, y la deforestación contribuyen al aumento de la temperatura de la tierra y la Declaración reconoció que un aumento de la temperatura del planeta de más de 2° Celsius infringiría un límite peligroso, cuyas consecuencias de sequías, inundaciones, tormentas severas y mayor nivel del mar debemos evitar. Los limitados resultados de Copenhague se atribuyen a la acción conjunta de los países desarrollados -los mayores emisores de gases de efecto invernadero- y de los países en rápida industrialización y con gran población, como China, India y Brasil que ya son también grandes emisores. China, por ejemplo, es el primer emisor mundial desde 2007.

¿Qué podrían hacer en este escenario países como el nuestro que no emiten grandes cantidades de carbono pero que dependen fuertemente de las condiciones climáticas para mantener las condiciones de vida de sus habitantes?

La Argentina tiene dos tareas por delante. Por un lado, asumir profundamente la realidad del cambio climático. Dependemos del clima como cualquier otra sociedad, y quizá más. Nuestra economía es fuertemente dependiente del clima, tal como lo demostró la reciente sequía. Y nuestros gobiernos financian una porción sustancial de sus acciones con ingresos dependientes de las condiciones climáticas.

La gran mayoría de la población reside cerca de las costas y en el caso del Área Metropolitana de Buenos Aires, un millón y medio de personas viven sobre tierras sensibles al aumento del nivel del mar y del Río de la Plata.

Debemos avanzar para afrontar los cambios inevitables, prever los impactos sobre la población, la infraestructura y la economía.

Por otro lado, y dado que sólo la cooperación internacional será capaz de gobernar un problema global, Argentina debe estimular la interacción transnacional como único camino viable para limitar las emisiones.

No sólo debe participar activamente de los foros internacionales y liderar una posición ambiciosa y realista, sino también demostrar que el compromiso para modificar una realidad planetaria no descansa únicamente en el reclamo para que los países desarrollados lleven la mayor carga del esfuerzo -algo indiscutible a la luz de su responsabilidad por la acumulación de emisiones- sino también en el propio compromiso con el cuidado del ambiente.

Publicado en Clarin el 7 de enero de 2010.

1 comentario:

  1. Hola: Muy completo el artículo con un balance general de la COP-15. Creo que en términos jurídicos es muy importante considerar y difundir el pricipio de las respons. comunes pero diferenciadas.

    Les dejo aquí una nota de periodismo ambiental co un análisis más crítico de lo sucedido en Copehague:

    http://comambiental.blogspot.com/2010/01/en-copenhague-el-planeta-fue-el.html

    Saludos.

    ResponderEliminar

Los comentarios de este blog son moderados. Si quiere conocer más acerca de nuestra política de comentarios, ingresa a este link.